EL PRECIO DE LA DIVERSIÓN…

-Nombre: Marcelo Alban

Y cuando hablo del precio no necesariamente es una ci­fra numérica que se vincula con el dinero, sino a todo lo que en el diario vivir nosotros los ¨vendedores de felicidad¨ tenemos que hacer, pasar o renunciar para que nuestra gente sienta por un par de horas esa adrenalina que lo llamamos diversión.

¿Pertenecer al mundo del entretenimiento es un pecado?. Cate­góricamente NO, lejos de ser juzgados, reprimidos o censurados, somos quienes apalancan al sector turístico, que gran falta hace.

Jueves 5 de marzo del 2020 la fecha exacta en que se daba la noticia en el Ecuador que nuestro sector desde ese día no podría volver a trabajar. Ambato no fue la excepción, un comunicado que a todos nos cogió de sorpresa y hasta el día de hoy no tiene fecha de caducidad.

No entendíamos, ni estábamos preparados y todo apuntaba a un encierro colectivo.

Las luces se apagaron, la música dejo de sonar, la pista de baile quedó vacía… los parlantes, los micrófonos, los DJ´s y animado­res, todo se paralizo dejando un silencio en ¨la voz de los que no tenemos voz¨. La fiesta, los amigos, los momentos que cada fin de semana preparábamos se postergarían por un largo tiempo.

Han pasado algunos meses y las cuestiones llegan a la mente. ¿Cómo en un pequeño espacio puede caber tanta alegría? ¿Cómo algo invisible logro paralizar al mundo?

Los recuerdos sacan a flote una frase ¨trillada¨ pero muy cier­ta, éramos felices y no lo sabíamos, donde cada foto deja en evi­dencia las sonrisas, un buen baile, una buena compañía, un gran abrazo de gol que le dabas a tu pana que quizás le vez todos los días pero se sentía diferente por que estabas en ese pequeño lu­gar, las charlas interminables con tu grupo de amigos, las velas, el cumpleañero, esa canción que te hacia reír o llorar… ese grito del animador: ¨Donde están las mujeres solteeeeras¨ y que sin duda de tanta euforia hasta los hombres gritaban.

Y si, se puso una pausa…. aceptamos esa pausa, porque noso­tros los vendedores de alegría también asimilamos el problema, nuestra obligación es con ustedes, de cuidarte a ti y a nuestras familias y por eso también nos quedamos en casa.

Volveremos más fuertes, volveremos a llenar de luces tus even­tos, volveremos a capturar tus mejores momentos y guardarlos en recuerdos, volveremos hacerte bailar, a compartir a soñar a festejar tus logros y ser parte de tus éxitos.

Y cuando hablo del precio no necesariamente es una ci­fra numérica que se vincula con el dinero, sino a todo lo que en el diario vivir nosotros los ¨vendedores de felicidad¨ tenemos que hacer, pasar o renunciar para que nuestra gente sienta por un par de horas esa adrenalina que lo llamamos diversión.

¿Pertenecer al mundo del entretenimiento es un pecado?. Cate­góricamente NO, lejos de ser juzgados, reprimidos o censurados, somos quienes apalancan al sector turístico, que gran falta hace.

Jueves 5 de marzo del 2020 la fecha exacta en que se daba la noticia en el Ecuador que nuestro sector desde ese día no podría volver a trabajar. Ambato no fue la excepción, un comunicado que a todos nos cogió de sorpresa y hasta el día de hoy no tiene fecha de caducidad.

No entendíamos, ni estábamos preparados y todo apuntaba a un encierro colectivo.

Las luces se apagaron, la música dejo de sonar, la pista de baile quedó vacía… los parlantes, los micrófonos, los DJ´s y animado­res, todo se paralizo dejando un silencio en ¨la voz de los que no tenemos voz¨. La fiesta, los amigos, los momentos que cada fin de semana preparábamos se postergarían por un largo tiempo.

Han pasado algunos meses y las cuestiones llegan a la mente. ¿Cómo en un pequeño espacio puede caber tanta alegría? ¿Cómo algo invisible logro paralizar al mundo?

Los recuerdos sacan a flote una frase ¨trillada¨ pero muy cier­ta, éramos felices y no lo sabíamos, donde cada foto deja en evi­dencia las sonrisas, un buen baile, una buena compañía, un gran abrazo de gol que le dabas a tu pana que quizás le vez todos los días pero se sentía diferente por que estabas en ese pequeño lu­gar, las charlas interminables con tu grupo de amigos, las velas, el cumpleañero, esa canción que te hacia reír o llorar… ese grito del animador: ¨Donde están las mujeres solteeeeras¨ y que sin duda de tanta euforia hasta los hombres gritaban.

Y si, se puso una pausa…. aceptamos esa pausa, porque noso­tros los vendedores de alegría también asimilamos el problema, nuestra obligación es con ustedes, de cuidarte a ti y a nuestras familias y por eso también nos quedamos en casa.

Volveremos más fuertes, volveremos a llenar de luces tus even­tos, volveremos a capturar tus mejores momentos y guardarlos en recuerdos, volveremos hacerte bailar, a compartir a soñar a festejar tus logros y ser parte de tus éxitos.

Trabajaremos como siempre lo hemos hecho, con las mismas ganas, con la misma intensidad, con mucha más imaginación para poderte sorprender


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