Sentado
en un columpio a la orilla de la playa, paso obligado de todo turista que llega
de visita, se encontraba un joven disfrutando de un momento de relax. La luna
creciente parecía tener una sonrisa perfecta, su mente navegaba como en un
sueño, aletargado, viviendo en una especie de pausa infinita… De pronto
apareció una joven hermosa, le devolvió de inmediato a la realidad, que sintió
como una caida de un rayo. Toda su
atención fue atrapada con el paso de unos rizos perfectos que flotaban al son de la
brisa, era imposible no mirarla, sus ojos desprendían ternura que hacían juego
con una dulce sonrisa que salían de unos labios rojos seductores.
Le acompaño con su mirada, mientras dejaba marcada las huellas
en la playa que ni el mismo mar lograban borrarlas.
Llego a un lugar donde se
encontraba con su familia y coincidencialmente también estaba ella, un largo
suspiro precedió a una pregunta de su tía, quien haría de celestina en
adelante.
– ¿Porqué no la invitas a bailar, en vez de seguir embobado?
– ¿Será? respondió el desconfiado joven, que pensaba que quizá
era inalcanzable.
Minutos de reflexión siguieron, pero no podía quedarse allí,
tenía que intentarlo o se iba a arrepentir por el resto de su vida. Al fin, en
lo que sería el acto de valentía más grande
de su vida, se puso de pie y mientras arreglaba
lo que podía de su cabello se acerco.
-Hola, buenas noches, dijo con una sonrisa y dirigiéndose
primeramente a los padres de la bella mujer. “¿Puedo invitarla a bailar?”
Prosiguió, mirándola a ella esta vez; a lo que respondió la joven -! Hola!
¿Quieres bailar conmigo? Con sonrisa discreta y nerviosa; si respondió el
caballero.
Ella espero una respuesta de sus progenitores espero un segundo,
eso acelero los signos vitales del joven pero con su mirada fija en los labios,
ansioso de una respuesta. ¡Si bailemos! dijo ella, dejando paralizados a todos
sus acompañantes quienes miraron impávidos como ella se levantaba para
dirigirce a bailar.
Difícil esconder la alegría que llevaba por dentro el chico, más
la prisa por conocerla le invadió, presuroso le mostraba el camino abriendo
paso entre la gente, llego a la pista.
Quiso charlar lejos del
bullicio e invito a caminar, habían iniciado el periplo cuando su progenitor se
percató que aquel muchacho que le invito a bailar le estaba alejando a su
primogénita aproximadamente a 10 metros, inmediatamente emprendió la
persecución…
El iracundo progenitor, a paso veloz se acercaba con un aire de
pocos amigos, se tomó un momento, instante que
sirvió para que su tío, envestido de bombero intervenga dijo: -Hola Lucho,
tranquilo hermano él es mi sobrino, no te preocupes…
¡Jamás había sentido
tanto alivio en su vida…!
Se fueron hacia unas
gradas simpáticas de aquella acogedora pista de baile, en el segundo piso donde
siguieron con su platica. Luego volvieron a bailar salsa, él con una notable
falta de destreza empezó a imitar todo lo que ella hacía, ella gozaba incrédula
de lo que sucedía en ese momento. Un mal cálculo en sus movimientos interrumpió
la inspiración del nobel bailarín, le pisó el pie derecho ¡El sentimiento de
culpabilidad le invadía, sin acertar una buena disculpa para el desafortunado
episodio!
– ¿Cómo puede ser tan insulso? – pensaba, mientras atinaba a
reponerse con algún acto que le permita pasar el incomodo momento que estaban
viviendo.
Después de aquel bochornoso incidente, bailaron y conversaron durante
toda la noche que se volvió corta.
Una noche mágica, seguida de una secuencia de sensaciones debido
a la fluida comunicación que tuvieron les abrumo a los dos. Conversaron de todo
y nada, de su niñez, su colegio, sus amistades y el hizo una pregunta
importante para lo que vendría:
– ¿De dónde eres? Preguntó el.
-De Ambato- respondió
ella. No lo podía creer, vivía a menos de 1/2 km de distancia de él y nunca se
habían conocido ¿Cómo estando tan cerca no la he visto jamás?.
Sus padres la llamaron de
pronto, y él, sin saber si estaba teniendo el suficiente tino, alcanzo a
preguntarle su número de teléfono y ella a responder.
Él camino a su habitación del hotel, no podía hacer otra cosa
que sonreír. Caminaba entre nubes y sentía que sus zapatos flotaban por primera
vez. Ya en su habitación no dejaba de emocionarce por lo que había sucedido
sintiendo que había encontrado a la mujer de sus sueños.
Pasó poco más de un año para que un noviembre 20 del 2004 se hicieran novios. Han
recorrido muchos caminos, han conocido el mundo, y han seguido bailando como
aquella noche, aunque él hoy lo hace mejor.
Él se convirtió en un experto en sorprender a su parejaella
aprendió a Amar sin barreras, a sentirse única y hacerlo sentir único, eso ha
perdurado eso les a permitido sobrellevar todo lo que venido con los años. En
un momento dado, cuando por estudios el destino los separaba, Dios se ha
encargado de reunirlos nuevamente, siempre buscando cumplir sus objetivos
personales. La vida ha ido incorporando sorpresas en su relación, pero por
sobre todo él y ella siempre han sido ese par de niños que se conocieron en un
bar a la orilla del mar.
Transcurridos exactamente 15 años, un 4 de septiembre de 2018, una historia perfecta estaba por sellarce y pasar a otro plano, lleno de todo lo hermoso que puede brindar
esta vida, ella y el, decidieron dar el siguiente paso para sellar ese amor.
Celebraron su compromiso,
ante Dios y un juez, frente a su familia, amigos, y ante el mundo entero,
prometieron lo que han venido haciendo mucho tiempo atrás, amarse.
De aquel día, el más importante en sus vidas, han pasado 20
meses, y en este loco 2020 se siguen amando como el primer día, con la misma
adrenalina y decisión, como en la playa cuando le invito a bailar frente a
todos unos extraños para él, y con ese sí rotundo que obtuvo como respuesta de su
valiente esposa.
6140 días juntos. Ella es
Michelle, el Santiago, dos locos de amor el uno por el otro, esta es su
historia que la siguen escribiendo, día a día.
-
-Hola, buenas noches, dijo con una sonrisa y dirigiéndose primeramente a los padres de la bella mujer. “¿Puedo invitarla a bailar?” Prosiguió, mirándola a ella esta vez; a lo que respondió la joven -! Hola! ¿Quieres bailar conmigo? Con sonrisa discreta y nerviosa; si respondió el caballero.
Santiago
PEDIDO DE MANO
-- ¿De dónde eres? Preguntó el. -De Ambato- respondió ella. No lo podía creer, vivía a menos de 1/2 km de distancia de él y nunca se habían conocido ¿Cómo estando tan cerca no la he visto jamás?.
