SANTIAGO & MICHELLE
Sentado en un columpio a la orilla de la playa, paso obligado de todo turista que llega de visita, se encontraba un joven disfrutando de un momento de relax. La luna creciente parecía tener una sonrisa perfecta, su mente navegaba como en un sueño, aletargado, viviendo en una especie de pausa infinita… De pronto apareció una joven hermosa, le devolvió de inmediato a la realidad, que sintió como una caida de un rayo. Toda su atención fue atrapada con el paso de unos rizos perfectos que flotaban al son de la brisa, era imposible no mirarla, sus ojos desprendían ternura que hacían juego con una dulce sonrisa que salían de unos labios rojos seductores.
Le acompaño con su mirada, mientras dejaba marcada las huellas en la playa que ni el mismo mar lograban borrarlas.
Llego a un lugar donde se encontraba con su familia y coincidencialmente también estaba ella, un largo suspiro precedió a una pregunta de su tía, quien haría de celestina en adelante.
– ¿Porqué no la invitas a bailar, en vez de seguir embobado?
– ¿Será? respondió el desconfiado joven, que pensaba que quizá era inalcanzable.
Minutos de reflexión siguieron, pero no podía quedarse allí, tenía que intentarlo o se iba a arrepentir por el resto de su vida. Al fin, en lo que sería el acto de valentía más grande de su vida, se puso de pie y mientras arreglaba lo que podía de su cabello se acerco.
-Hola, buenas noches, dijo con una sonrisa y dirigiéndose primeramente a los padres de la bella mujer. “¿Puedo invitarla a bailar?” Prosiguió, mirándola a ella esta vez; a lo que respondió la joven -! Hola! ¿Quieres bailar conmigo? Con sonrisa discreta y nerviosa; si respondió el caballero.
Ella espero una respuesta de sus progenitores espero un segundo, eso acelero los signos vitales del joven pero con su mirada fija en los labios, ansioso de una respuesta. ¡Si bailemos! dijo ella, dejando paralizados a todos sus acompañantes quienes miraron impávidos como ella se levantaba para dirigirce a bailar.
Difícil esconder la alegría que llevaba por dentro el chico, más la prisa por conocerla le invadió, presuroso le mostraba el camino abriendo paso entre la gente, llego a la pista.
Quiso charlar lejos del bullicio e invito a caminar, habían iniciado el periplo cuando su progenitor se percató que aquel muchacho que le invito a bailar le estaba alejando a su primogénita aproximadamente a 10 metros, inmediatamente emprendió la persecución…
El iracundo progenitor, a paso veloz se acercaba con un aire de pocos amigos, se tomó un momento, instante que sirvió para que su tío, envestido de bombero intervenga dijo: -Hola Lucho, tranquilo hermano él es mi sobrino, no te preocupes…
¡Jamás había sentido tanto alivio en su vida…!
Se fueron hacia unas gradas simpáticas de aquella acogedora pista de baile, en el segundo piso donde siguieron con su platica. Luego volvieron a bailar salsa, él con una notable falta de destreza empezó a imitar todo lo que ella hacía, ella gozaba incrédula de lo que sucedía en ese momento. Un mal cálculo en sus movimientos interrumpió la inspiración del nobel bailarín, le pisó el pie derecho ¡El sentimiento de culpabilidad le invadía, sin acertar una buena disculpa para el desafortunado episodio!
– ¿Cómo puede ser tan insulso? – pensaba, mientras atinaba a reponerse con algún acto que le permita pasar el incomodo momento que estaban viviendo.
Después de aquel bochornoso incidente, bailaron y conversaron durante toda la noche que se volvió corta.
Una noche mágica, seguida de una secuencia de sensaciones debido a la fluida comunicación que tuvieron les abrumo a los dos. Conversaron de todo y nada, de su niñez, su colegio, sus amistades y el hizo una pregunta importante para lo que vendría:
– ¿De dónde eres? Preguntó el.
-De Ambato- respondió ella. No lo podía creer, vivía a menos de 1/2 km de distancia de él y nunca se habían conocido ¿Cómo estando tan cerca no la he visto jamás?.
Sus padres la llamaron de pronto, y él, sin saber si estaba teniendo el suficiente tino, alcanzo a preguntarle su número de teléfono y ella a responder.
Él camino a su habitación del hotel, no podía hacer otra cosa que sonreír. Caminaba entre nubes y sentía que sus zapatos flotaban por primera vez. Ya en su habitación no dejaba de emocionarce por lo que había sucedido sintiendo que había encontrado a la mujer de sus sueños.
Pasó poco más de un año para que un noviembre 20 del 2004 se hicieran novios. Han recorrido muchos caminos, han conocido el mundo, y han seguido bailando como aquella noche, aunque él hoy lo hace mejor.
Él se convirtió en un experto en sorprender a su parejaella aprendió a Amar sin barreras, a sentirse única y hacerlo sentir único, eso ha perdurado eso les a permitido sobrellevar todo lo que venido con los años. En un momento dado, cuando por estudios el destino los separaba, Dios se ha encargado de reunirlos nuevamente, siempre buscando cumplir sus objetivos personales. La vida ha ido incorporando sorpresas en su relación, pero por sobre todo él y ella siempre han sido ese par de niños que se conocieron en un bar a la orilla del mar.
Transcurridos exactamente 15 años, un 4 de septiembre de 2018, una historia perfecta estaba por sellarce y pasar a otro plano, lleno de todo lo hermoso que puede brindar esta vida, ella y el, decidieron dar el siguiente paso para sellar ese amor.
Celebraron su compromiso, ante Dios y un juez, frente a su familia, amigos, y ante el mundo entero, prometieron lo que han venido haciendo mucho tiempo atrás, amarse.
De aquel día, el más importante en sus vidas, han pasado 20 meses, y en este loco 2020 se siguen amando como el primer día, con la misma adrenalina y decisión, como en la playa cuando le invito a bailar frente a todos unos extraños para él, y con ese sí rotundo que obtuvo como respuesta de su valiente esposa.
6140 días juntos. Ella es Michelle, el Santiago, dos locos de amor el uno por el otro, esta es su historia que la siguen escribiendo, día a día.
-
